Todas las personas tenemos una esfera jurídica que, casi sin darnos cuenta,
vamos desarrollando conforme crecemos, y maduramos.
Cuando a la capacidad natural, esto es, entender y querer, se le suma la
capacidad jurídica, esto es la que nos permite ser sujetos de derechos y
obligaciones, prácticamente todas nuestras acciones y conductas generan
vínculos con terceros e importantes consecuencias, algunas que conviene
prever y otras prevenir.
Vivimos en una sociedad en la que prima el materialismo, la competitividad,
el individualismo y la incansable búsqueda de la perfección. Se hace y se
deshace con tanta facilidad que lo efímero es la regla general y lo perpetuo,
la excepción. Da igual que usted prefiera el mundo real o virtual, que sea
cauteloso o arriesgado: en su interminable carrera hacia el éxito personal
y/o profesional querrá proteger y asegurar sus finanzas, su sucesión, su
familia y su patrimonio. Para ello necesitará un asesoramiento cualificado,
imparcial y gratuito, y antes de acudir al vecino, que le informará de
manera altruista, pero posiblemente errónea, acuda al notario.
Si partimos de la premisa de que lo no prohibido, está permitido, usted
tendrá retos y objetivos con una finalidad clara, pero quizá le falten los
medios jurídicos para conseguirla. Una escritura pública ante notario le
aporta al hecho en sí una presunción inquebrantable de veracidad y
legitimidad, que tiene fuerza probatoria y ejecutiva. Me viene a la mente
una celebre frase que dice ‘Notaría abierta, Juzgado cerrado’, lo que
significa que siempre que medie consentimiento entre las partes
contratantes, encontrará en ella de manera pacífica las respuestas a sus
preguntas y soluciones a sus problemas. Tan necesario es saber qué debe
hacer y cómo debe hacerlo, pues no todos los negocios que se formalizan
ante notario tienen la misma repercusión fiscal, ni ésta es idéntica en cada
Comunidad Autónoma.
Como notario de pueblo observo diariamente cuáles son las preocupaciones
más frecuentes que afectan a los hijos, padres, cónyuges, hermanos o
socios. Citaré alguna de ellas, que trataré con más profundidad en
sucesivas publicaciones.
El notario, a quien usted puede elegir libremente, no es solo cosa de
mayores. Lo necesitará para casarse, pactar separación de bienes y
divorciarse; para desheredar a un hijo o mejorar a otros, en vida por
donación o en su testamento; para constituir, modificar o disolver una
empresa; para pedir una hipoteca; para comprar, alquilar y vender; para
declarar una obra o rectificar superficies. Siempre con las máximas
garantías legales.
Agradezco a la dirección del periódico la oportunidad de poder informar a
los vecinos de L’Horta Nord sobre temas de interés general y alcance
práctico en nuestro día a día.